Entrega a domicilio
Estaba sola en casa, en los últimos tiempos, hemos reestructurado las cosas y, me tocaba hacer algunos menesteres, cuando sonó mi teléfono.
Lo atendí, eran del LeRoy, ya tenían nuestro andamio y, si podíamos recibirlos venían de camino a casa para hacer la entrega. Como yo estaba en casa les dije que no había ningún problema.
Yo llevaba puesto, porque aún hace calor, un top de tirantes con un sujetador que me agarra el pecho para poder moverme que, los recoge, así el canal entre los dos se hace gustoso y apetecible y, un pantalón verde, corto, de tela de toalla que, deja fuera parte de mis nalgas.
Eran dos bultos, se puede decir que enormes, y venían dos hombres en el camión de reparto. Uno de ellos era muy normalito, pero el otro, el otro era muy guapo, fuerte y con mirada intensa.
Cada uno de ellos llevaba un bulto y, lo metimos hasta el garaje, yo iba delante de ellos indicándoles el camino, consciente que mis nalgas se mostraban bien visibles para los dos hombres.
Vaya casa, comentó uno de ellos, y el otro dijo, me encantan los perros y ese que tienes es precioso, ¿muerde? Sonreí, mientras soltaban los bultos le respondí, pues sí, tiene carácter y hay que tener cuidado con él, por eso lo he encerrado.
Era el guapo, se dirigió a la reja donde el perro estaba y le hablaba, el perro no paraba de ladrar, el otro repartidor, me dijo que le tenía que firmar y me tendió la hoja.
Como no tenía sitio de apoyo, me incliné hacia uno de los escalones que sube a una terraza, entonces, el pantalón se levantó y dejó fuera buena parte de mis nalgas, y parte de mis labios vaginales.
Detrás de mi escuché unos ejem ejem, y me levanté lentamente, al girarme, tenía a los dos hombres a mi lado, sonriendo, supe que estaban excitados y mi rajita se humedeció.
Y, ¿sabes montar estos andamios?, les respondí que no, pero que mi marido con las instrucciones se las apañaría, bueno, verás, me dijo el guapo, si quieres le dejamos montada la parte base que es la más complicada y, así al desmontar le resultará más fácil.
Me quedé callada, bueno, yo, no quiero molestar, se miraron con una sonrisa clara entre ellos, y me dijeron que no era precisamente molestia.
La verdad es que entre los dos tardaron más bien poco, ni quince minutos se llevaron. Ahora el guapo me dijo, pruébelo y suba.
Me quedé algo cortada, ¿cómo? Pregunté, suba sin miedo y verá lo estable que es.
Me subí al andamio, la primera fase está a metro y medio del suelo para un trabajo de hasta dos metros y medio. Desde abajo, podían ver mi desnuda rajita debajo del pantalón, completamente depilada, y yo como sabía que eso era lo que querían, me movía por encima del andamio, con determinadas posturas exhibiéndome, pensando en mi maridito, y lo caliente que se pondría al contárselo.
Les ofrecí una cerveza fresca que ellos aceptaron encantados y nos sentamos en la mesa de la terraza, cuando entré en la cocina, el guapo vino detrás de mi, y pegó su verga a mi cintura, por la diferencia de estatura la noté en mi cintura por encima de mi nalga.
Mmmmmm, estás muy bien, me dijo, y se te ve con ganas, no respondí, pero me dejé hacer, metió una de sus manos debajo del pantalón y, comenzó a acariciarme mi rajita.
Gemí de placer, mi raja estaba húmeda y sus dedos entraron sin resistencia hasta el fondo, su otra mano, bajaba el top de tirantes y apartaba el sujetador liberando mis pechos y pellizcando mis pezones.
Me excita mucho follar con la ropa, y entre otras cosas eso me excitaba de esta situación. Pensaba en mi maridito cuando llegara a casa y me encontrara bien folladita, lo que me hacía entrar aún más en calor.
El repartidor sacó su verga del pantalón y me agarró por la cabeza arrodillándome para que me tragara su polla, entonces, llegó el otro, y tirando de mi pantalón hacia el suelo, me lo sacó por los pies.
Me cogió en volandas y me llevó al salón, al sofá, en una posición tal que su amigo mantenía su verga en mi boca, mientras la succionaba y la degustaba una y otra vez.
Colocada a cuatro patitas en el sofá, el guapo se sentó mientras mi boca seguía apretando su verga con mis paredes bucales, la apretaba contra el cielo de la boca y, la succionaba hacia la punta.
Sentí la verga del otro entrar en mi rajita, sin siquiera ponerse un condón. Ufffff, comentó, esta zorrita está bien mojada, bien caliente, toma, toma.
Me la clavó entera, hasta el fondo, entraba y salía una y otra vez, mientras seguía con la verga de su amigo en la boca, tuve un fuerte orgasmo y, noté cómo comenzaban a contraerse los testículos al golpearme en la vulva, y comenzó a salir un enorme chorro de semen dentro de mi. Ahhhhhhhhh.
Se vació entero, mi raja estaba llenita de leche, pensaba en mi cabroncito, en su lengua, entrando y saliendo de mi rajita saboreando la lechita que habían dejado. Y dentro de poco, imaginé que mezclada de los dos repartidores.
Pero el otro repartidor, cuando su amigo se retiró, se puso en su lugar, no te muevas me dijo.
Y metiendo sus dedos en mi ano, comenzó a estimularlo, voy a por el otro, que no me gusta entrar donde ya se han corrido, sin darme tiempo a nada, puso la punta en mi ano, y comenzó a empujar, mientras me acariciaba la espalda y me decía que tranquila, que no me iba a doler.
Me reí, reía, ellos creían que de nervios, pero sin decirles nada me hizo gracia, jajajajaj, pensaban que era virgen del culito y les dejé así, con esos pensamientos.
Mi entrenado ano dilató tragándose la enorme verga entera, ummmmm, te ha entrado bien, verás cómo te gusta me dijo, y comenzó a bombear, entonces, para darles una lección, comencé a mover mis caderas en círculos, como una centrifugadora y, sin poder aguantar lo apretado y mis embestidas comenzó a soltar todo su semen dentro, la última parte me cayó en mis nalgas y mis piernas, porque se salió su verga.
No les di propina, ya se habían llevado una buena, y les acompañé a la puerta, nada más cerrarla tras de mí, llamé a mi maridito que dijo que venía volando, que no me lavase ni fuese al baño….. y que preparara la mesa para su almuerzo...
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